El principio básico del passivhaus
Los edificios pasivos combinan un elevado confort interior con un consumo de energía muy bajo. Se trata de edificios con un alto grado de aislamiento, un control riguroso de los puentes térmicos y de las infiltraciones de aire indeseadas, unas carpinterías de gran cantidad y un aprovechamiento óptimo del soleamiento de forma tal que mediante la ventilación mecánica a través de un recuperador de calor se consigue el aporte necesario para su climatización, sin necesidad de recurrir a ningún otro sistema.
Por tanto, los edificios pasivos llevan la eficiencia energética al EXTREMO: cuidando la orientación, la envolvente y aprovechando la energía del sol, se consigue su climatización baja y de una calidad del aire interior muy elevada. Además, la cantidad de energía necesaria para su climatización es muy pequeña.
El principio básico del passivhaus se puede resumir en este ejemplo: “la cafetera conserva el calor mediante resistencias eléctricas por el principio activo – mientras que el termo conserva el calor gracias a sus propiedades de aislamiento térmico -principio pasivo”.
Una cosa está clara: este concepto es aplicable a cualquier clima y el método y la sistemática de calculo son siempre iguales, con pequeñas variaciones según los requisitos de calidad de los distintos elementos constructivos de los edificios en función de las condiciones climáticas de la zona.